Porque la forma en la que se ganó resume a la perfección la grandeza del Real Madrid. En primer lugar, por cómo se labró el pase a la final, con una trayectoria impoluta en la que destacan esas dos noches legendarias en Gelsenkirchen y Múnich. También por el desarrollo del partido, en el que afloraron las virtudes históricas de entrega y lucha hasta el final. Y, todo ello, culminado con una celebración universal de todo el madridismo.
El Madrid nunca se rinde
Cuando el Real Madrid está en el campo no hay nada imposible. Y en la final de Lisboa se volvió a demostrar. Los de Ancelotti fueron superiores aunque la mala suerte les llevó al minuto 92 cayendo 0-1. Pero la garra y la épica que caracterizan a este club aparecieron encarnadas en el gol de cabeza de Sergio Ramos. Luego, en la prórroga, Bale, Marcelo y Cristiano certificaron la corona madridista
LA DÉCIMA EN TODO EL MUNDO.
“Ha sido una fiesta mundial, nunca había visto lo que vi tras ganar la Décima. El Real Madrid empieza a ser una 'religión' mundial”, señaló Ancelotti. Y no se equivoca, porque el título más esperado se celebró por todo lo alto. Los seguidores que se desplazaron a Lisboa, los que lo vivieron en las pantallas del Bernabéu, los que abarrotaron Cibeles, los que vivieron la fiesta de la Décima en el estadio… Pero también los aficionados que disfrutaron desde cualquier rincón del mundo.
El triunfo de todo el madridismo
La Décima es, como decía Ramos, “de todos los madridistas”. Un título que se ha gestado dentro de un vestuario en el que se respiraba un ambiente especial cada vez que se jugaba un partido de Champions. “La espera ha merecido la pena", señaló Casillas. Pero el Madrid nunca descansa. Toca pensar en la Undécima.
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